En la Argentina (probablemente en otros países también) hay, en líneas generales, 3 clases o grupos de personas. Por un lado (1)están los que se dedican a la política. Esa sería la primera división. Dentro de la la primera clase, están los mas hijos de puta, inescrupulosos, mentirosos, ladrones, desvergonzados, desalmados, etc. y bastante inteligentes. Estos son los que suelen llegar a Presidente o Ministro o Subsecretario, o a Senador o Diputado o Juez, dependiendo de la rama de los famosos poderes que alguna vez estudió tan prolijamente Montesquieu y luego famosos constitucionalistas. No hay que olvidarse que en esta clase también ocupan los cargos de cualquier lugar importante tales como Universidades Nacionales o la organización del fútbol o medios de comunicacion, por ejemplo. Dentro de esa clase política están algunos otros que carecen de la inteligencia o la hijaputez necesaria ya mencionada. Estos suelen llegar algo más abajo; pueden llegar a vivir de la política pero no llegan a hacerse millonarios como los otros. Queda un ínfimo porcentaje es de gente con algunos ideales, alguna inteligencia y digamos average en cuanto a las condiciones necesarias. Estos suelen no tener mucha plata, dedicarse a otra cosa, molestar a los otros y terminar en cualquier otra parte menos en algún lugar donde se puedan tomar decisiones. Como toda clase de estilo mafioso, todos estos están unidos por pactos de silencio y acuerdos tenebrosos. Sobre todo el silencio, el ocultamiento, la mentira o la calumnia son sus armas predilectas. El hoyportimañanapormi los une eternamente.
La otra clase que predomina en la Argentina (2) son los grandes empresarios, en muchos casos venidos de las filas políticas cuando hay hecho algún buen dinero o, en otros casos, por apellido, historia y herencia. Estos grandes empresarios siempre entran en connivencia y acuerdos de todo tipo con la clase política a fin de asegurarse ser las oligarquías dominantes. Casi solamente se distinguen de los primeros hijos de puta por el área en la que se desenvuelven. Suelen ir y venir en algunos casos pero en general se van especializando. Dentro de esta clase, al igual que la otra, están aquellos que no poseen las cualidades necesarias y suelen terminar empleados, sin plata o rebuscándoselas como pueden.
Finalmente, está (3)la mayoría del país, aquellos que como mansas ovejitas votan a los primeros y/o trabajan para los primeros o segundos. Estos están condenados a vivir con lo mínimo, aguantar a los otros o servirlos o a pasarse la vida inútilmente tratando de entrar en esas clases dominantes. Algunos llegan más o menos cerca, otros mueren en el intento.
Yo conocí por dentro a la primera clase, cuando tuve la oportunidad de ser parte de ella, no tuve las condiciones morales, o hijaputez necesaria. Ahí decidí irme para siempre. Nunca sabré si me equivoqué o no pero de algo estoy seguro, no quise pertenecer a la tercera clase a la que estaba condenado simplemente por no tener alma de ladrón o hijo de puta o de oveja estúpida.