Ultimamente, leyendo los diarios o mirando programas de tv de Argentina, me invade una sensación rara, que trato de definir infructuosamente. Habiendo dejado el país ya hace mucho tiempo, no puedo evitar estar informado sobre lo que pasa en mi Patria, tan lejana y cercana a la vez. Ya he dado mis opiniones en este blog sobre la democracia mentirosa argentina y sus lideres políticos y no voy a abundar en eso. Simplemente quería describir mi sensación y tratar de encontrar una palabra que la defina.
Por una parte, paulatinamente siento que me resulta imposible ver o escuchar a la Presidente Kirchner. No soporto su rostro, sus dichos, su sorna, su sarcasmo, su estilo «canchero», su ironía, ni su impostado estilo de defensora de «genero». No soporto el rol que pretende tener de defensora de los pobres y humildes, en total contradicción con su estilo de vida ampuloso, lujoso y de millonario. No soporto su estilo de falsedad o doble discurso cuando pretende, por ejemplo, hacer creer que Argentina es un ejemplo de país que ha manejado la crisis mejor que ninguno otro y por otro lado decir, cuando quiere entregar los subtes, que esos subtes no son «los de New York». No soporto que se rodee de «bufones» que todo el tiempo la aplauden cuando hace anuncios sin importancia, pero se esconde cuando tiene que enfrentar hechos como el accidente evitable de Once. Esta sensación de insoportabilidad se repite con otros funcionarios como Boudou o Anibal Fernandez, por ejemplo, cuando, siempre con ese estilo tan «canchero» intentan descalificar opositores o defender sus puntos de vista. Digamos que mas allá de que sus políticas puedan ser acertadas o no, no soporto el estilo la forma de expresarse de estos personajes. Finalmente, se suman todos aquellos que inventan justificaciones intelectuales que pretenden demostrar que, en realidad, Cristina Kirchner encarna un proyecto popular y nacional único en la historia, cuando el crecimiento de las villas miseria, marginalidad, delincuencia, decadencia juvenil y falta de educación es manifiesta cada vez que voy a la Argentina. Es como si uno entrara a una casa sucia, sin electricidad, con mal olor, sin agua, sin cloacas, que se llueve y se esta por caer y alguien pretendiera vendernosla diciendo que en realidad, esa casa esta en excelentes condiciones y no somos capaces de verlo. Esto ultimo es interesante ya que, ante los hechos obvios, muchos defensores del «modelo» pretenden hacer creer que esa realidad no existe y que solo ellos son capaces de ver la «verdadera» realidad, ubicándose por sobre los demás mortales, en una posición de redentores, dueños de la verdad y «elegidos».
En estos días también pude ver a otros personajes, como Manzano o Vila, el primero político de la época nefasta de Menem y el otro, quien sabe de donde salio pero cuyos negocios son millonarios, uno de los cuales tengo entendido fue apropiarse de terrenos fiscales para construir un barrio. El país esta lleno de estos políticos devenidos empresarios que aprovechan la política para hacer negocios, ya sea mientras tienen cargos o cuando se encuentren fuera del gobierno. Digamos que la inescrupulosidad de los políticos no es solo de este gobierno sino de los anteriores desde que comenzó la ultima etapa democrática en 1983. En todo ese tiempo a esta parte, el sistema político se ha transformado en una especie de empresa para enriquecimiento de una clase. El Congreso es simplemente un apéndice del poder administrador y los jueces, nombrados a dedo por conveniencia política en general, solo contribuyen con su acción o inacción a preservar y profundizar el entramado siniestro.
Durante este tiempo también ocurrió un accidente ferroviario donde murieron 51 personas, simplemente porque esos trenes están viejos y no se mantienen como se debiera, como un síntoma mas de la decadencia y la falta de inversión en infraestructura. Pienso en esos muertos y tanto otros a manos de delincuentes, otrora desocupados, jóvenes sin futuro y sin pasado, que no se pudieron alimentar bien durante la época de Menem, que, en algunos casos, han caído en la prostitución, la droga o la criminalidad y que ahora simplemente forman un ejercito de delincuentes o potenciales delincuentes en una nueva forma diabólica de decadencia social.
Para completar este panorama, me puse a ver el otro día unos documentales sobre las villas miseria de Argentina en tn.com.ar, las que existen por cientos, y realmente termine de comprobar que esa mujer que esta en el gobierno, rodeada de lujos, zapatos caros y perfumes franceses no puede tener un gramo de bondad con consideración por aquellos que dice defender. Ella y su marido fallecido han estado casi una década en el poder, han dispuesto de fortunas ingresadas por la soja y han tenido la posibilidad de cambiar esa realidad y han elegido no hacerlo, postrando a millones en la pobreza y la marginalidad lo que es equivalente a matarlos en vida.
La otra pata del sistema es un conjunto de empresarios y medios que permiten que el «modelo» se afiance en el tiempo y se «profundice» para beneficio exclusivo del poder y sus amigos.
Esa mezcla de un pueblo marginado, al que se le ha negado la educación, que vive inmerso en un sistema manejado por políticos redentores, inescrupulosos, que se dedican a hacer negocios en el poder a costa de un voto que usan y reciben cada tanto, apoyados por medios y empresarios afines, ha generado lo yo llamo «desaparecidos en democracia».
NO es fácil explicar todo esto en pocas palabras. Es un conjunto de cosas yo diría ‘diabólicas» que siento que se han apoderado del país. Esa mezcla de pobreza obscena, funcionarios soberbios y millonarios, poderes corrompidos y muertos ha ido generando esa sensación que intentaba definir y que, a medida que escribo y pienso, veo que es de tristeza pero tambien de asco, asco y rechazo.
Habra alguna salida? Se acabara en algún momento esta pesadilla para mi país? Se acabara esta sensación de asco e incertidumbre? El tiempo dirá.