A veces se preguntaba porque no encajaba en el mundo. Desde muy chico sus gustos no eran como los de los demas, no eran como los de la mayoria. Con el tiempo, creciendo, tambien se dio cuenta que no encajaba, que la mayoria de los gustos y actividades de los demas no le parecian agradables, o correctos, o incluso bellos. Esta sensacion, como decia, siempre la tuvo, y sigue ahora, ya con casi 50 años a cuestas. A los 8 o 10 años le gustaba jugar al futbol, pero no le gustaba mentir o la picardia para ganar, asi como no le gustaban las malas palabras o la violencia en general. La mayoria de los chicos del barrio eran algo violentos, mal hablados y no mostraban mucho interes por leer o por juegos como el ajedrez. Si bien disfrutaba los partidos de futbol y las figuritas, tambien disfrutaba mucho leer, libros como los de Ray Bradbury, El Tony, o simplemente recorrer las infinitas paginas de las Enciclopedias que su papa le habia comprado. Tambien le gustaba la musica, especialmente la musica clasica y mas que nada Bach. Con el tiempo, ya adolescente, gustaba de Led Zeppelin o Emerson, Lake & Palmer y no podia entender como a alguien podia gustarle Palito Ortega o Sandro. Por supuesto que le gustaban las chicas y tampoco podia entender como a alguien «hombre» podia gustarle otro hombre, siendo las chicas algo tan hermoso, especialmente aquellas con ojos claros y pelo largo. Y especialmente por su voz y sus gestos asi como su piel.
Esa tendencia a pensar las cosas, a ensimismarse (como diria Ortega y Gassett), a leer, a jugar al ajedrez lo habia hecho algo timido y tenia cierta dificultad justamente para acercarse a esas chicas que le gustaban o, a veces, para enfrentar a alguien o para negarse a hacer algo que consideraba desagradable o injusto. No obstante, en mas de un caso, tuvo que pelear y dar y recibir en esas peleas tipicas de esos barrios mendocinos, entre calles y canchas de futbol de tierra eterna. Pero, cuando podia, desaparecia donde la violencia parecia avecinarse y no encontraba nada mejor que leer o escribir historias en una Olivetti chiquita que le habia regalado su tia, la que le habia enseñado a leer a los 3 años.
Asi fue creciendo entre tardes de futbol, veranos calurosos sin pileta pero con zanjones, libros de ajedrez, revistas con chicas semidesnudas, partidas de estanciero, maquina de escribir, Enciclopedias o libritos de Ciencia Ficcion, puros diez en la escuela y la famosa bandera en sus hombros en los actos.
Pero no se sentia feliz, no pertenecia a los grupos; la mayoria iba por otro lado, sus gustos eran distintos, no les gustaba leer o preguntarse cosas y menos escribir . Cuando mas sufria era en las reuniones con mucha gente, donde todos trataban de ser graciosos o hablar cosas sin sentido, cosas de todos los dias que a el le parecian poco profundas.
Hasta que un dia descubrio algo…