Sentimientos que azotan

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Sentir el dolor y no saber qué hacer.

Puede uno acostumbrarse al dolor, la pena, la angustia y la tristeza? Puede uno navegar años por un mar de desesperanza, luchando por cambiar eso que nos lleva a estos estados, sin ver resultados y sin caer en pozos aún mas profundos que nos lleven, tal vez, a la muerte (física o en vida, traducida en inacción, depresión e inacción)?

Hay un pozo final donde caemos, finalmente, víctimas de tantos golpes, como cae un boxeador luego de ese último golpe, que no sería el que lo tira sino fuera porque recibió cien otros antes? O podemos mantenernos de pie, o levantarnos, salvados por un «gong» o una toalla o unas palabras en el rincón?

Nos sirve el llanto eternamente? o la terapia? o el sexo? o el «shopping»? Hay que esperar? Tantas, tantas preguntas me hago en estos tiempos de dolor, de cosas que no se resuelven, de penas y llantos que me asaltan sin esperarlo, de atontamientos.

Sí sé que nada puede hacer para cambiar esa realidad que me azota, me carcome y me disuelve el corazón. Sí sé que no es mi culpa pero me afecta. Sí sé que mi energía es limitada y cuando la consumo en dolor, llanto y desesperanza, se me agota y me queda menos para la risa, la alegría y el placer. Sí sé que también mi tiempo es limitado y no puedo darme el lujo de sufrir tanto.

Pero aún sabiendo todo eso, no es suficiente. Los latigazos siguen llegando, y si no llegan, están los recuerdos, las cicatrices de esos latigazos, que los veo cada vez que me veo el espejo y me los recuerdan.

Días de dolor, de alegrías impuestas y de preguntas sin muchas respuestas…

 

 

Terapia en el norte – Therapy in the North

Irse a vivir a un pais «desarrollado», una buena terapia…

Como queda afectado el cerebro de un argentino que, como yo, ha vivido en la Argentina casi 40 años soportando corrupción, inflación, violencia, falta de trabajo, etc.? Realmente no lo se con total seguridad. Lo que sí se con seguridad es que hace ya casi diez años necesite tomar aire puro y probar nuevos horizontes. Sin saber exactamente con que me iba a encontrar pude irme a Estados Unidos, conseguir una visa de trabajo e iniciar una nueva vida. Yo llegaba a Estados Unidos cargado de prejuicios negativos sobre los Estados Unidos ya que, en general, en Argentina se suele poner énfasis solamente en la política exterior norteamericana y en sus abusos (creo yo comprobados) interviniendo en distintas partes del mundo de acuerdo a su conveniencia. Se suele también hablar despreciativamente sobre el nivel cultural de los estadounidenses, su amor por las hamburguesas o su devoción por el sistema capitalista y las empresas. De lo que no se habla o se habla poco es de algo muy importante para el inmigrante (y razón por la cual millones intentan venir a vivir a ese país y mueren incluso en el intento) que es la posibilidad de obtener un trabajo digno, vivir con tranquilidad, planificar su futuro y ser respetado. Lamentablemente, en la Argentina, tal vez por la imposibilidad de obtener esas cosas tan «pequeñas», la clase política gobernante se ha encargado de menospreciar esas necesidades básicas tildándolas de «sociedad de consumo», esto es, pretender tener una casa, una heladera con comida, un auto o agua potable, es ser un «consumista».  Es difícil saber porque la Argentina ha caído en ese estado de constante violencia, de desesperanza, y de deterioro económico que ha llevado a los niveles actuales de marginacion y pobreza. también podrían ensayarse explicaciones acerca de porque en Estados Unidos se puede vivir bien. Tal vez en otro post podría dedicarme a ensayar algunas explicaciones.  Lo concreto y real y que me interesa mencionar aquí es que, luego de casi 10 años en Estados Unidos encontré lo que no había podido encontrar en Argentina en casi 40: paz y tranquilidad, respeto, posibilidad de conseguir un trabajo por merito y de acuerdo a las habilidades, comprar una casa, tener mas de lo necesario para vivir con confort, dormir con la puerta abierta, una educación para mis hijos y tantas otras ventajas «consumistas». Es cierto que hay problemas, como la salud que es un negocio que alguna vez se solucionara o que hay sectores muy conservadores y racistas. Pero digamos que durante 10 años he podido hacer terapia y mejorar mi salud mental; esa terapia ha sido simplemente liberarme durante 10 años de  acomodos para obtener trabajos, violencia en las calles manejando, paros, falta de trabajo, inflación galopante, irresponsabilidad, miedo a los robos, mentiras de los políticos de turno, abusos durante la dictadura militar, ser metido preso por pensar distinto, no poder ahorrar, periodistas oficialistas, y lo mas importante, falta de respeto, esa triste sensación de no ser respetado, aquella famosa frase del genio de «Cambalache» da lo mismo el que «labura»…, da lo mismo un burro que un gran profesor…, da lo mismo, en la Argentina, todo da lo mismo… (sigue en otro post)